miércoles, 3 de abril de 2019

Comentario de texto la voz a ti debida (Pedro Salinas)

Comentario de Para vivir no quiero

                   Para vivir no quiero
                  islas, palacios, torres.
                  ¡Qué alegría más alta:
                  vivir en los pronombres!
                  Quítate ya los trajes,
                  las señas, los retratos;
                  yo no te quiero así,
                  disfrazada de otra,
                  hija siempre de algo.
                  Te quiero pura, libre,
                  irreductible: tú.
                  Sé que cuando te llame
                  entre todas las gentes
                  del mundo,
                  sólo tú serás tú.
                  Y cuando me preguntes
                  quién es el que te llama,
                  el que te quiere suya,
                  enterraré los nombres,
                  los rótulos, la historia.
                  Iré rompiendo todo
                  lo que encima me echaron
                  desde antes de nacer.
                  Y vuelto ya al anónimo
                  eterno del desnudo,
                  de la piedra, del mundo,
                  te diré:
                  “Yo te quiero, soy yo”.

                  Pedro Salinas, La voz a ti debida, 1933.
(Localización)
El poema es uno de los más conocidos de Pedro Salinas que  apareció publicado en su libro La voz a ti debida. Se trata de un libro de poesía de vanguardia de la segunda etapa del poeta, en la que alcanza su madurez lírica marcada por este poemario y Razón de Amor (1936). En ambos libros, el amor es el tema central de la mayoría de las composiciones, pero la mujer a la que van destinados los versos es una pura idealización, es una y todas las mujeres a la vez. El estilo y el lenguaje, como decimos, lo sitúan en el ámbito de la poesía pura de las vanguardias del primer tercio de siglo XX. 
(Tema)
El amor que une a dos amantes en lo que tienen de únicos, auténticos y especiales, por debajo de lo superficial e innecesario.
(Estructura)
La métrica es sencilla, sigue una regularidad en la medida del verso, pero no en la rima. El poema está formado por versos heptasílabos que no se agrupan en estrofas y que tampoco tienen rima. Junto a estos hay dos versos muy cortos: el verso número 14 que es trisílabo y el verso número 27, tetrasílabo. No es un capricho, ambos están colocados en puntos claves del poema para introducir contenidos importantes.
En cuanto al contenido se distribuye en tres partes claramente:
  • Los primeros 4 versos sirven como introducción. En ellos se concentra el tema central de toda la composición
  • Del verso 5 al 15 están dirigidos al “tú”, la amada, a quien pide se despoje de todo, se convierta en esencia
  • Y del 16 hasta el final, se repite el proceso, pero en este  caso con el “yo”, el poeta-amante.
(Comentario)
Los primeros cuatro versos, como decíamos, introducen el tema principal. Los dos primeros niegan de manera rotunda la necesidad de cosas materiales para vivir y por tanto ser feliz (“islas, palacios, torres”). Por contraste,  los dos siguientes proclaman lo único que realmente es necesario para vivir: “no hay alegría más alta/ que vivir en los pronombres”.  Los versos van entre signos de exclamación para expresar de un modo exaltado su verdad. Por otra parte, lo de “vivir en los pronombres” provoca extrañeza, curiosidad en el lector y resulta un poco como un juego, ¿los pronombres? que raro, pensamos.  Luego, después de leer el poema, veremos que se refiere a “tú” y “yo”, a las dos personas que se aman.
La siguiente parte del poema (versos 5-15) continúa con una petición: “quítate ya los trajes, las señas, los retratos“.  Es decir, despréndete de todo lo innecesario, pero que es inherente a la persona, como son las convenciones sociales, la personalidad o la imagen personal. Debe hacerse porque como se afirma en los versos 7-9 “yo no te quiero así” “hija siempre de algo” que aluden, de nuevo, a las circunstancias externas, la posición social, las costumbres o las modas. Al igual que sucedía en los versos de la introducción, primero se niega lo que provoca rechazo para a continuación afirmar lo que se desea: “Te quiero pura, libre, / irreductible: tú“. Los tres adjetivos que siguen al verbo querer son la clave de lo que busca el poeta. La quiere  “pura”, no contaminada por los convencionalismos sociales, la acción del tiempo y la historia, también; “libre” es decir, dueña de sí misma y , por último, la quiere “irreductible”: en el doble significado de no poder reducirse más, de ser pura esencia y, a la vez, que resiste, que no se deja reducir o vencer por los demás. Estos tres adjetivos desembocan, como resumen, en el pronombre: “tú”. El pronombre representa, para el poeta, lo que una persona tiene de única e irreemplazable.
Una vez identificado el objeto de deseo que es esa mujer única y pura, el poeta va a su encuentro y desea que responda a su llamada, versos 12-15: “Sé que cuando te llame / entre todas las gentes / del mundo…”. El verso tetrasílabo, “del mundo”,  es el puente  que conduce al resultado final del proceso: “sólo tú serás tú“.
La última parte desarrolla un proceso equivalente al de  la parte anterior, pero ahora es la promesa de liberación y purificación del yo.
Cuando se produzca el encuentro de los amantes (” Y cuando me preguntes/ quién es el que te llama, / el que te quiere suya… “), el poeta se habrá despojado de todos los problemas rutinarios, complejos, apariencias…: “los nombres, / los rótulos, la historia“; los condicionamientos familiares y sociales: “lo que encima me echaron / desde antes de nacer“, para poder encontrarse con ella también puro e irreductible: “Y vuelto ya al anónimo / eterno del desnudo…”.
De nuevo, como en los versos finales de la parte anterior, un verso corto seguido de una pausa destaca el último verso del poema que es análogo al de “Sólo tú serás tú” y es también la conclusión del proceso de transformación del poeta: “Yo te quiero, soy yo”.
Para dar forma al poema, el autor se ha valido de unos cuantos recursos, pocos y básicos, pero que producen el efecto expresivo deseado. Destaca el uso de la enumeración un tanto caótica que está presente en las tres partes del poema: en la introducción con las “islas, palacios, torres”. En la primera parte: “señas, trajes, retratos”; “irreductible, pura, libre”. Y en la parte final: “los nombres, los rótulos, la historia”. Estas enumeraciones transmiten el estado de ánimo exaltado del poeta, a la vez que sirven para resumir magistralmente todo un conjunto mucho más amplio de conceptos que se encierran bajo estas breves notas. 
 (Conclusión)
El poema representa de manera admirable la poesía amorosa de Pedro Salinas: sentimientos sinceros tratados en profundidad, búsqueda de la abstracción a través de las palabras, universalización del amor y de la mujer amada que es a la vez una concreta y todas ellas. Es un buen ejemplo de poema redondo en el sentido de que forma y fondo, continente y contenido se comunican de manera admirable: el tema es el amor puro, idealizado, casi abstracto, y para expresarlo se elige una expresión sencilla, “pura” que se apoya en la abstracción de las palabras.

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