miércoles, 2 de mayo de 2018

Artículo de Opìnión para comentario (Elvira Lindo)

De nuevo, el ridículo

'Olympia' fue pintado por Édouard Manet en 1863 y se expuso en el Salón de París en 1865.
La otra mañana temprano esperábamos en cola a que abrieran las puertas del juzgado de la madrileña calle de Pradillo. Sí, la cosa iba de bodas y nacimientos. Un tipo de un acento latino indeterminado, nos avisaba a gritos, teatral e inagotable, de que la mujer que se casara con una mujer o el hombre que se uniera a otro hombre arderían para siempre en el infierno. Advertía de la ofensa a Dios que constituían las relaciones prematrimoniales. En fin, que no eran horas. Nosotros éramos pobres personas con sueño y respirando detrás de la bufanda. Una joven bufó: “¡Cállate ya, pesssao!”. Pero lo verdaderamente reseñable del momento es que el pueblo, como así suele ser, asistía a la homilía como quien oye llover, resignado, tolerante. Intercambiábamos sonrisas, miradas cómplices, ironía. De entre los que guardábamos cola habría parejas gays, heteros o segundos matrimonios; sospecho que todos presentaban sus documentos en regla y los deberes hechos en lo que a experimentación sexual se refiere. Pero ahí estaba la esencia misma de la ciudad: se aprende a escuchar pero también a desconectar si algo te incomoda, porque si bien hay que estar atento resulta saludable practicar la introspección para refugiarse del prójimo.
En mi opinión, los ciudadanos de la calle estamos dándoles una lección a nuestros Mr. Hyde, a los ciudadanos internautas. En la calle tendemos a ignorar o a negociar; en la red, no pasamos ni una. La calle nos inclina hacia la observación, la red a la reacción. Lo pensaba esta semana a cuenta del castigo penal inaceptable que habrá de cumplir el rapero Valtonyc, o el de Hasel o el de Shadid. Como estos nombres han aparecido estos días reproducidos en múltiples enlaces parece que aquí todos estábamos en la onda, que todos tarareábamos en la ducha o en Nochebuena las letras de Valtonyc, o que al contrario cundía la indignación, pero yo confieso que jamás hubieran llegado a mí sus contenidos si no hubiera sido porque el Tribunal Supremo los ha puesto generosamente en circulación. Enhorabuena. No sé si la Casa Real está al corriente de todo lo que se escribe sobre ellos, imposible desde que nació Twitter, pero no me imagino al jefe de prensa pasándole de buena mañana al Rey las estrofas raperas referidas a su persona con un parco: “Mire lo que dice este tipo sobre su Majestad”. En realidad, el público de estos músicos está limitado a un ambiente tan específico que una se pregunta porqué ya puestos no se han tomado las mismas medidas con letras del pop y del rock que gozan de un público masivo y que llevan animando décadas al consumo de droga, de alcohol o a matar y morir por amor.
Defender su libertad de expresarse está unido a mi libertad de ignorar algo que me desagrada por su agresividad, que incluso me lleva a sentir compasión por el agraviado sea quien fuese. Esto hay que dejarlo claro: las personas tenemos derecho a ofendernos, no estamos obligados a poseer un humor ilimitado ni a aplaudir una estética que nos es hostil, pero sí a señalar como aberrante este tipo de censura judicial que no pudiendo borrar una obra de la circulación, procede a meter a su autor entre rejas. Y de ahí a Fariña, el libro de Nacho Carretero: usted que no lo había leído ha entrado raudo como tantos otros en Amazon y lo han agotado. Ahora ya sabemos quién era el exalcalde de O Grove. A ver si va a ser una retorcida manera de la Justicia para generar aficiones culturales. En cuanto a Arco, sus organizadores no han querido esperar a que un juez secuestrara la sección dedicada a los presos políticos de Santiago Sierra, ellos mismos han hecho el trabajo sucio. Quién sabe si el comité directivo de Ifema decidió dar el campanazo antes de la inauguración para dotar a la feria de la chispa de una polémica, pero lo que han conseguido es que esta sea la edición de los cuadros retirados de Sierra, que colgarán en el salón de un independentista de postín. Está claro que en un ambiente de censura política sale ganando quien desafía los límites, porque se valora el mensaje político por encima de cualquier otra consideración: ¿de verdad pensaban que los visitantes de Arco, con lo modernos que somos, no podíamos tolerar que un artista llamara presos políticos a Oriol Junqueras o a los Jordis? Incluso si pensamos que son políticos presos, ¿nos iba a dar un soponcio al ver alterado el orden de los factores? ¿O es el miedo a las autoridades y no al público? Porque si algo caracteriza al visitante de exposiciones es que ya no se asusta de nada: ha visto demasiado.
Al menos, cuando se diluyó el escándalo de la exhibición de la Olympia de Manet en el Salón de París de 1865, quedó ella, la Olympia, retando orgullosa al espectador, valiente, descarada, carnal. Presiento que a nosotros lo único que nos quedará de todo esto será el ridículo.

Artículo de opinión para comentario (Elvira Lindo)

Lamento insistir


Lamento herir la sensibilidad de lectores que piensan que de un tiempo a esta parte las mujeres no escribimos más que de cositas de mujeres. Lamento que piensen que las cosas de mujeres son de segunda categoría o que no las consideren de interés general. Lo lamento. Lamento romperles su paz interior, esa paz que consiste en leer solo análisis políticos sobre Cataluña, la corrupción madrileña o las encuestas de intención de voto. Son temas que, por alguna misteriosa razón, los lectores pueden leer a diario sin agotarse, sin necesidad de pensar, vaya, en los últimos tiempos estos columnistas plastas siempre escriben sobre lo mismo. Lamento que alguien juzgue que las columnistas estamos muy repetidas. Pero, ¿qué nos pasa?, piensan: ¿es que no tienen otros asuntos sobre los que escribir? Yo qué sé: Cataluña, la corrupción madrileña, el vídeo de Cifuentes. Temas hay. ¿Por qué entonces andan dando últimamente la matraca con asuntos de chicas o de señoras? ¡Que las pongan a todas en una sección y que cuando el lector compre el periódico esté sobre aviso y pueda echar el cuadernillo (rosa) a la papelera! Venga, ahí van todas. Que se queden solo una o dos, las que escriban sobre Cataluña, la corrupción madrileña, el vídeo de Cifuentes o el ascenso de Ciudadanos.
Ay, lo lamento. Lamento que estemos copando secciones de los periódicos que no nos corresponden. No cabe duda de que vamos a acabar infectando el panorama periodístico y social con nuestra insistencia. Prueba de que así es está en el hecho de que en las manifestaciones que se sucedieron a la lectura de la sentencia del juicio de La Manada pudimos observar cómo ya hay hombres que se suman (voluntariamente y sin sentirse disminuidos) a la legión de mujeres que quiso informar a la justicia de que no somos idiotas, entendemos sin dificultad alguna cuál es la diferencia entre abuso y violación y entendemos que han sido los jueces los que han sometido su juicio a una interpretación trasnochada que se acerca más a la de sociedades en las que la mujer debe resistirse hasta morir para defender su pureza que al país democrático en el que creemos habitar.
Hay jueces y jueces, magistrados y magistrados. Los hay que piensan que la ley es sagrada y que por tanto es su deber apostólico interpretarla en su versión más estrecha; este tipo de profesionales empeñaron esta semana todos sus esfuerzos en explicarnos algo que entendíamos a la perfección pero con lo que estábamos radicalmente en desacuerdo. Hay otros en cambio que son capaces de colgar su toga por un momento para mezclarse con los anhelos de la calle y tener una mirada crítica hacia el ejercicio de una profesión que a los ciudadanos nos afecta de manera tan sensible.
A veces es la justicia la que se queda vieja, se pasa de fecha, como así puede ocurrirle a la medicina, a la docencia o a la literatura. Todos los oficios han de adecuar sus leyes a los que tiempos en los que se ejercen. Y quien viva esos cambios de manera traumática está prisionero del corporativismo y de la arrogancia profesional. Es posible que lo que le ocurrió a esta chiquilla haya sucedido en muchas ocasiones; así lo habían denunciado colectivos feministas sin encontrar interlocutores políticos o sociales, porque la sagrada fiesta no debía desacreditarse; es bien probable que las chicas que lo padecieran optaran por el silencio para no sentirse culpables ante una sociedad que les iba a reprochar lo que habían bebido y las horas de la noche en que andaban por la calle.
Lamento, sí, ocupar este espacio con una historia que para algunos no será más que la repetición de la eterna cantinela. No pretendo ofrecer un punto de vista original, ya he leído muy atinadas columnas estos días sobre esta desgraciada sentencia que pudiendo haber sentado un buen precedente ha supuesto una inmerecida involución. La violación, nos dicen, se produce si nos agarran del cuello o nos ponen un cuchillo en el pecho, si hay desgarros, si hay sangre o si hay muerte. Eso es la violencia, así la entiende la ley y algunos jueces. Lamento no compartir su concepto. Y simplemente deseo unir mi voz a la de muchas otras y a la de ese tipo de hombres que ha desterrado sus viejos prejuicios y entiende también qué es agredir, vejar y aterrorizar a una mujer. Esta semana considero una obligación moral la insistencia. Se trata con plena conciencia de hacer ruido.
Lo tenemos todo, ¿no? Eso es lo que piensan e insinúan quienes no llegaron a comprender la importancia del último 8 de marzo, los que fueron incapaces de empatizar con la emoción de tantas mujeres que salieron a la calle. Se trataba, y no lo entendieron, de explicarles a las empresas, a la sociedad, a los educadores, a la prensa, a la justicia que algo debe cambiar para que las mujeres no tengan miedo y sean protegidas y recompensadas si unos malos hombres les salen al paso. Lamento decir que tenemos voz para usarla, para decir, por ejemplo: no fue abuso, fue violación.

Artículo de opinión para comentario (por Arturo Pérez Reverte)

Hombres

PATENTE DE CORSO

Parado frente a un semáforo junto a dos niños varones de diez o doce años, oigo que uno le dice al otro: «Adrián es un buen tío; nunca me dejaría tirado». Siguen su camino y me quedo pensando en la frase significativa con la que, en mi opinión, un enano imberbe acaba de resumir siglos de historia masculina. Porque, hasta hace muy poco tiempo, ese «nunca me dejaría tirado» parecía más propio de hombres que de mujeres. Resabio instintivo de algunas reglas básicas que durante miles de años ayudaron a la supervivencia de nuestra especie.
Hablando en general –lo que no excluye infinitas excepciones–, dudo que hasta fecha reciente una niña o mujer adulta considerase importante señalar, en esos términos, que la dejasen tirada o no. Era menos habitual que una mujer mencionase la cohesión de grupo como factor clave, pues sus códigos de lealtad solían referirse a otras circunstancias. Lo más probable, llevando la frase a ese terreno, es que dijera algo como: «Marta me entiende y puedo contar con ella».
Desde mi torpeza de varón me esfuerzo por analizarlo. A mi juicio, dejar tirado es jerga de grupo, y contar con ella es más individual e intenso. Más profundo. Creo que para una mujer, pese al cambio en la sociedad occidental, es aún importante la empatía personal, el apoyo concreto de quien tiene la misma memoria genética –y a veces el triste presente– de soledades y sumisiones; de siglos como rehén del hombre, pariendo, cuidando el hogar que daba calor a todos. Para esa mujer, históricamente sometida a hombres buenos y también a injustos y malos, para esa mirada sabia en silencios, contar con otra mujer, aunque fuera o sea sólo una, reconfortaba y reconforta. Rompía la soledad e iluminaba, o ilumina, el mundo.
Ahí el hombre era distinto. Necesitaba menos comprensión que lealtad. Durante mucho tiempo y por asignación de roles, mientras ellas cuidaban a los cachorros, ellos salían al frío, la caza y la guerra, protegiendo desde fuera lo que las mujeres protegían desde dentro. Se enfrentaban a animales salvajes y tribus enemigas, mataban y morían; y cuando se alejaban entre el viento y la lluvia, muchos no regresaban. Eso les daba privilegios que nadie discutía. Privilegios que no pocos imbéciles ajenos al viento y la lluvia, a sacrificarse para que hembra y cachorros sobrevivan, incapaces incluso de fregar los platos, se empeñan hoy en mantener, aunque ya nada les dé derecho a ello.
En aquel mundo áspero, peligroso, los varones iban en grupo a cazar o guerrear. Ahí no bastaba contar con uno; se necesitaban varios. Las reglas solidarias eran fundamentales, pues quebrantarlas suponía fracaso y muerte. No dejar tirado a uno de los tuyos era pura supervivencia. Y creo que en muchos de los actuales varones, en sus comportamientos y códigos, esos recuerdos instintivos de caza y guerra siguen presentes. Observen de qué forma tan distinta se comportan todavía, pese a la creciente, necesaria e imparable igualdad, los grupos de chicos y los de chicas.
Por eso es importante comprender, sin que eso sea justificar. Entenderlos a ellos como a ellas. Criminalizar al varón, hacerlo avergonzarse de su masculinidad cuando ésta no es opresora ni nociva, resulta injusto. Hombres con sus códigos, y precisamente por tenerlos, han peleado y siguen haciéndolo con mucho valor y dureza. Y ya no hablo de caza o batallas, sino de padres de familia que se dejan la salud y la vida trabajando –como también hacen ellas ahora, dentro y fuera de casa, a veces en doble combate–, para sobrevivir en un mundo hostil donde, igual hoy que hace siglos, sigue haciendo mucho frío.
En otros momentos de mi vida vi a muchos hombres, con sus torpezas y brutalidades, ser leales a esos códigos de grupo. Tragarse el miedo y caminar bajo el fuego porque al compañero no se le podía dejar solo; o porque, vuelto el mundo al horror de su implacable realidad, era necesario proteger a hembras y cachorros cuando las buenas intenciones, los progresos sociales, la igualdad tan duramente conseguida de la mujer, se iban al carajo. O se siguen yendo. Prueben a hablarle de feminismo a un chetnik serbio, a un yihadista o a uno de Boko Haram.
Todo eso no me lo han contado. Lo vi en la centuria vigesimosecular que dejamos atrás y en casi dos décadas de la actual. Y si el péndulo de la vida volviese a oscilar aquí, no pocos de esos hombres a los que en este lado confortable del mundo se criminaliza y desprecia, incluso los peores, apretarían los dientes y saldrían a cumplir con las viejas reglas, para no dejarse tirados entre ellos y para no dejarlas tiradas a ellas. Obligados por códigos ancestrales que para bien y para mal, y no siempre por su culpa, todavía llevan en la sangre. Y es que, a pesar de quienes pretenden reducirlo todo a una estúpida simpleza, el ser humano es un animal apasionante y complejo.

Texto de opinión para comentar

El uso de las redes sociales y el atraso escolar

Es innegable el beneficio que han traído consigo las redes sociales, en el aspecto de la enorme facilidad que aportan para la comunicación intercontinental y el traslado en tiempo real de la información. Pero en los últimos años han traído desordenes y hasta riesgos para los usuarios y para quienes los rodean. Por principio, las nuevas generaciones, cada vez más obesas, no logran despegarse del asiento frente al monitor de su computadora, otros no despegan sus dedos de sus celulares y BlackBerry, perdiendo no solo tiempo de interacción real con humanos tangibles, especialmente sus familiares, sino también postergando sus tareas y estudios por preferir seguir obsesivamente la menor tontería que aparezca en alguna de esas redes sociales, llegando en la mayoría de los casos a caer en la compulsión y obsesión, entonces se habla ya de adicción a las redes sociales. Esta enfermedad aumenta enormemente, y miles de personas pierden no solo  materias escolares, algunas el año escolar por completo e incluso el trabajo, cuando desatienden en su totalidad sus deberes por atender cualquier novedad en las redes, aunque sea algo totalmente absurdo.
Por otra parte, también aumentan los casos de jóvenes agredidos por otros usuarios, quienes los acosan y suben fotos o videos humillantes de sus incautas víctimas, quienes las más de las veces, dan información privada a cualquiera que quiera interactuar con ellas,  sin pensarlo antes, y solo se enteran del video o foto, cuando otro conocido les manda la información. Es entonces que  se dan cuenta de su error, pero demasiado tarde: su imagen está dañada y es casi imposible de borrar del Internet. Por eso es mejor usar las redes sociales, solo para lo que fueron hechas, pero cuidando no caer en la adicción ni descuidar los estudios. Pueden ser muy entretenidas, pero al final, existe el mundo real, y para sobrevivir en él se necesitan conocimientos reales, fuera de la realidad virtual.
Autor: Víctor Humberto Clemenceau.

Comentario de texto periodístico

Se trata de un texto periodístico, concretamente de un artículo de opinión, publicado en el periódico ABC. La temática que aborda el texto es actual y tiene una clara repercusión social, pues, en mayor o menor medida, todos somos espectadores y estamos sometidos al poder de la televisión
Las funciones lingüísticas predominantes en el texto son la expresiva y la apelativa, características de los artículos de opinión. La primera de ellas, la función expresiva, se justifica por la exteriorización de los sentimientos negativos que la autora manifiesta hacia la televisión como medio de comunicación y entretenimiento, lo que impregna el texto de subjetividad y que aparece subrayada por el empleo de la primera persona. La segunda función, la apelativa, se refleja en la clara intención de influir en el lector haciéndole reflexionar acerca de lo que se dice en el texto.
Las forma o tipo de expresión textual empleada es la argumentación, fundamental en los artículos de opinión. La autora trata de defender su tesis a través de la aportación de datos y ejemplos de diferentes situaciones. Propios de la argumentación son también otros aspectos lingüísticos como la alternancia en el uso de la primera y tercera persona o la enorme variedad de tiempos verbales presentes en el texto.
Como texto periodístico que es, aparecen también características propias del lenguaje empleado en este tipo de textos. Por tanto, se puede observar el uso de la adjetivación connotativa (”trasnochados”, “estrambótico”, “bonitas”, etc.). Así como el uso de algunas figuras retóricas, frecuentes en estos tipos de texto por la intención del autor de reflejar su estilo personal. Se observa, pues, el empleo de la metáfora cuando nombra la televisión como “caja mágica”, la enumeración cuando habla de las coplas de ciego, los cómicos y los circos, la ejemplificación y la comparación a lo largo del primer párrafo.
En cuanto a la estructura, externamente el texto se encuentra dividido en dos párrafos e internamente presenta un método de ordenación de las ideas circular: la idea principal se desarrolla en las tres primeras líneas del texto. A partir de ahí, la autora defiende esa tesis por medio de comparaciones y ejemplificaciones para llegar a una conclusión final en las últimas cuatro líneas del texto, en las que la autora afirma que la vida está fuera de la televisión y que no guarda ninguna relación con esta.
El nivel lingüístico que predomina en el texto es estándar, aunque podemos ver también la introducción de algunos cultismos como “secular” y “eutanasia” y de algunas expresiones coloquiales.

Texto periodístico para comentario (Cristina López, ABC)

ABC

Comentario de texto de opinión (por José Carlos Aranda)

Texto: “Civismo”

“Ya lo dijo Calderón de la Barca: por pobre y mísero que estés, si vuelves el rostro siempre podrás descubrir a alguien en peores condiciones que recoge tus sobras. Por desgracia estos versos describen literalmente nuestra sociedad del desperdicio, en la que es habitual ver a la gente rebuscando en los contenedores de basura. Incluso me han contado que algunos supermercados, para evitar que los pobres se agolpen en sus puertas a escarbar los residuos (les debe de parecer poquísimo elegante), rocían los deshechos con lejía para que no los puedan comer, lo cual, si es cierto, me parece una de las actitudes más miserables que he oído en mucho tiempo.
Pero aún hay seres más desprotegidos. Parece que la crisis va a perjudicar bastante a los animales: varios países de la UE ya han incumplido las nuevas normas de protección para los animales de granja. Y todavía peor está la cuestión de los animales en nuestro país por la ligereza cañí con que el PP se ha puesto a resucitar la España de estoque y pandereta: esa Comunidad de Madrid que organiza visitas escolares a las plazas de toros, ese ministro de Educación que lo primero que dice es que va a meter dinero en la fiesta taurina ¡y con esta crisis! Yo no estoy a favor de la prohibición de la fiesta de los toros: ya está languideciendo sola a toda prisa, y el prohibicionismo, me parece, sólo le proporciona oxígeno. Pero el énfasis taurino de este nuevo gobierno, y su obsesión en convertirlo en rasgo identitario, me espeluzna por su ranciedad y su incultura, porque el grado de civilidad de un país se mide en cómo trata a los animales. Ministro Wert: demuestre que no vive de espaldas a la modernidad y, ahora que se están definiendo los contenidos de la asignatura de Educación Cívica, incluya el respeto básico a los animales. No hace falta hablar de los toros: dejemos eso dentro de una burbuja de silencio. Pero intentemos sacar siquiera un poco a este país de la barbarie”.
Rosa Montero, El País

RESUMEN

En este mundo de miseria donde los pobres rebuscan en la basura, aun puedes encontrar seres más desprotegidos: los animales. Incumplen los acuerdos internacionales de protección a los animales de granja, se incentivan los toros incluso entre los escolares (Madrid). Una cosa es prohibir, otra incentivar más cuando la cultura de un país se mide en su forma de tratar a los animales. Convendría que nuestro Wert incluyera el cuidado a los animales en Educación Cívica para no ser el país de bárbaros.
TEMA
• Los animales: sacrificados por la crisis.
• El maltrato animal acuciado por la crisis.
ORGANIZACIÓN DE IDEAS
1. Introducción: Planteamiento (l. 1-7)
1.1: Vivimos en una crisis terrible
a) Rebusca basura de supermercados.
b) Inutilización de alimentos con lejía
1.2: Los animales están desprotegidos.
…..2. Desarrollo argumentativo. (l. 8-16)
2.1 Se incumplen los acuerdos de protección a los animales de granja.
2.2 Se incentivan los toros con visitas escolares e inyecciones financieras.
2.3 No hay necesidad de prohibir, pero no incentivar.
…..3. Conclusión (l. 17-20)
Necesitamos incluir el cuidado a los animales en el currículum escolar para salir de la barbarie.
El texto se organiza en dos párrafos en relación lingüística, el nexo “pero” al principio del segundo párrafo ya nos indica una restricción parcial a lo expresado en el primero. En efecto, el primero funciona a modo de introducción al tema de “la miseria humana en la crisis”. El segundo presenta el tema central “aún hay seres más desprotegidos: los animales” y realiza el desarrollo argumentativo para acabar con una idea a modo de conclusión, la necesidad de educar en el amor a los animales.
ESQUEMA DE DESARROLLO ARGUMENTATIVO (borrador)
1. Humanidad y empatía animal.
2. Doble moral acomedaticia.
3. Toros frente a otros maltratos animales.
4. Necesidad de equilibrio. Despolitizar el sentido común.
COMENTARIO CRÍTICO DE LOS CONTENIDOS EXPRESADOS EN EL TEXTO (DESARROLLO):
     En este artículo de opinión publicado en El País, Rosa Montero aborda el tema de la crueldad de los animales en la sociedad actual centrando nuestra atención en la denominada “Fiesta de los Toros”. En una sociedad que atraviesa una terrible crisis la desprotección alcanza sus máximos niveles con el incumplimiento de acuerdos internacionales por la U.E. Y la incentivación de fiestas desde la Administración Pública que destacan por su crueldad, desde la perspectiva de esta periodista.
     El amor a todo ser vivo debiera ser, en efecto, nuestro rasgo más distintivo como seres humanos. Puesto que tenemos conciencia y capacidad de reflexión el instinto de protección de la vida en todas sus manifestaciones nos define en cuanto a nuestra bondad. Es un hecho que somos parte de la naturaleza que habitamos y que nos habita y que nuestra supervivencia se encuentra íntimamente ligada a los demás seres vivos. Su cuidado y protección no es ya una cuestión altruista y desinteresada, es egoísta y lógica cuando pensamos en nuestro propio interés a largo plazo.
     Sin embargo, no deja de ser preocupante la doble moral en buena parte de la población cuando manipulamos los buenos sentimientos en aras de los intereses más o menos sectoriales asociados a grupos de presión o políticos. Muchos critican los toros pero visten zapatos y cinturón de cuero, y comen carne de pollo, cerdo o ternera. Esos animales han sido criados y sacrificados para satisfacer necesidades de ser humano y siguen siéndolo. También la carne de toro es consumida. La única diferencia está en la forma de sacrificar al animal.
     La mayoría de la población que critica a los toros pero gustan de comer chuletones no han visto sacrificar a una res en el matadero, ni cómo se alimentan los pollos en los criaderos, ni como se sacrifica un cerdo durante la matanza. Estoy seguro. Porque hemos construido una sociedad que prefiere mirar hacia otra parte. Lo que molesta no es que el animal muera, sino que se nos recuerde mediante una exhibición pública que él debe morir para que nosotros sigamos usando abrigos, cinturones, zapatos o bolsos fabricados con su piel; que necesitan morir si queremos seguir comiendo rabo o codillo, chuletones o filetes.
     Ahora pienso que si me dieran a elegir una forma de morir, antes que maniatado y electrocutado, indefenso, preferiría hacerlo libre, mirando de frente y a los ojos a quien me va a matar, con una oportunidad, aunque sea minúscula, de defenderme hasta mi último aliento. Quizás sea el mayor honor que el ser humano en su deshumanización pueda ofrecer a un animal. Y esa verdad tan sencilla como matar o morir cala en los huesos. Agobia pensar que un animal hubiera intervenido para hacer de su muerte un negocio.
     En una sociedad que mira a otro lado para matar impunemente niños en el vientre de sus madres, puede resultar una insultante hipocresía escandalizarse por ver morir un animal al que, al menos, se le otorga la posibilidad de defender su vida.

EL TEATRO. EL GÉNERO DRAMÁTICO

TEATRO de pamelaramosgarcia