miércoles, 2 de mayo de 2018

Comentario de texto de opinión (por José Carlos Aranda)

Texto: “Civismo”

“Ya lo dijo Calderón de la Barca: por pobre y mísero que estés, si vuelves el rostro siempre podrás descubrir a alguien en peores condiciones que recoge tus sobras. Por desgracia estos versos describen literalmente nuestra sociedad del desperdicio, en la que es habitual ver a la gente rebuscando en los contenedores de basura. Incluso me han contado que algunos supermercados, para evitar que los pobres se agolpen en sus puertas a escarbar los residuos (les debe de parecer poquísimo elegante), rocían los deshechos con lejía para que no los puedan comer, lo cual, si es cierto, me parece una de las actitudes más miserables que he oído en mucho tiempo.
Pero aún hay seres más desprotegidos. Parece que la crisis va a perjudicar bastante a los animales: varios países de la UE ya han incumplido las nuevas normas de protección para los animales de granja. Y todavía peor está la cuestión de los animales en nuestro país por la ligereza cañí con que el PP se ha puesto a resucitar la España de estoque y pandereta: esa Comunidad de Madrid que organiza visitas escolares a las plazas de toros, ese ministro de Educación que lo primero que dice es que va a meter dinero en la fiesta taurina ¡y con esta crisis! Yo no estoy a favor de la prohibición de la fiesta de los toros: ya está languideciendo sola a toda prisa, y el prohibicionismo, me parece, sólo le proporciona oxígeno. Pero el énfasis taurino de este nuevo gobierno, y su obsesión en convertirlo en rasgo identitario, me espeluzna por su ranciedad y su incultura, porque el grado de civilidad de un país se mide en cómo trata a los animales. Ministro Wert: demuestre que no vive de espaldas a la modernidad y, ahora que se están definiendo los contenidos de la asignatura de Educación Cívica, incluya el respeto básico a los animales. No hace falta hablar de los toros: dejemos eso dentro de una burbuja de silencio. Pero intentemos sacar siquiera un poco a este país de la barbarie”.
Rosa Montero, El País

RESUMEN

En este mundo de miseria donde los pobres rebuscan en la basura, aun puedes encontrar seres más desprotegidos: los animales. Incumplen los acuerdos internacionales de protección a los animales de granja, se incentivan los toros incluso entre los escolares (Madrid). Una cosa es prohibir, otra incentivar más cuando la cultura de un país se mide en su forma de tratar a los animales. Convendría que nuestro Wert incluyera el cuidado a los animales en Educación Cívica para no ser el país de bárbaros.
TEMA
• Los animales: sacrificados por la crisis.
• El maltrato animal acuciado por la crisis.
ORGANIZACIÓN DE IDEAS
1. Introducción: Planteamiento (l. 1-7)
1.1: Vivimos en una crisis terrible
a) Rebusca basura de supermercados.
b) Inutilización de alimentos con lejía
1.2: Los animales están desprotegidos.
…..2. Desarrollo argumentativo. (l. 8-16)
2.1 Se incumplen los acuerdos de protección a los animales de granja.
2.2 Se incentivan los toros con visitas escolares e inyecciones financieras.
2.3 No hay necesidad de prohibir, pero no incentivar.
…..3. Conclusión (l. 17-20)
Necesitamos incluir el cuidado a los animales en el currículum escolar para salir de la barbarie.
El texto se organiza en dos párrafos en relación lingüística, el nexo “pero” al principio del segundo párrafo ya nos indica una restricción parcial a lo expresado en el primero. En efecto, el primero funciona a modo de introducción al tema de “la miseria humana en la crisis”. El segundo presenta el tema central “aún hay seres más desprotegidos: los animales” y realiza el desarrollo argumentativo para acabar con una idea a modo de conclusión, la necesidad de educar en el amor a los animales.
ESQUEMA DE DESARROLLO ARGUMENTATIVO (borrador)
1. Humanidad y empatía animal.
2. Doble moral acomedaticia.
3. Toros frente a otros maltratos animales.
4. Necesidad de equilibrio. Despolitizar el sentido común.
COMENTARIO CRÍTICO DE LOS CONTENIDOS EXPRESADOS EN EL TEXTO (DESARROLLO):
     En este artículo de opinión publicado en El País, Rosa Montero aborda el tema de la crueldad de los animales en la sociedad actual centrando nuestra atención en la denominada “Fiesta de los Toros”. En una sociedad que atraviesa una terrible crisis la desprotección alcanza sus máximos niveles con el incumplimiento de acuerdos internacionales por la U.E. Y la incentivación de fiestas desde la Administración Pública que destacan por su crueldad, desde la perspectiva de esta periodista.
     El amor a todo ser vivo debiera ser, en efecto, nuestro rasgo más distintivo como seres humanos. Puesto que tenemos conciencia y capacidad de reflexión el instinto de protección de la vida en todas sus manifestaciones nos define en cuanto a nuestra bondad. Es un hecho que somos parte de la naturaleza que habitamos y que nos habita y que nuestra supervivencia se encuentra íntimamente ligada a los demás seres vivos. Su cuidado y protección no es ya una cuestión altruista y desinteresada, es egoísta y lógica cuando pensamos en nuestro propio interés a largo plazo.
     Sin embargo, no deja de ser preocupante la doble moral en buena parte de la población cuando manipulamos los buenos sentimientos en aras de los intereses más o menos sectoriales asociados a grupos de presión o políticos. Muchos critican los toros pero visten zapatos y cinturón de cuero, y comen carne de pollo, cerdo o ternera. Esos animales han sido criados y sacrificados para satisfacer necesidades de ser humano y siguen siéndolo. También la carne de toro es consumida. La única diferencia está en la forma de sacrificar al animal.
     La mayoría de la población que critica a los toros pero gustan de comer chuletones no han visto sacrificar a una res en el matadero, ni cómo se alimentan los pollos en los criaderos, ni como se sacrifica un cerdo durante la matanza. Estoy seguro. Porque hemos construido una sociedad que prefiere mirar hacia otra parte. Lo que molesta no es que el animal muera, sino que se nos recuerde mediante una exhibición pública que él debe morir para que nosotros sigamos usando abrigos, cinturones, zapatos o bolsos fabricados con su piel; que necesitan morir si queremos seguir comiendo rabo o codillo, chuletones o filetes.
     Ahora pienso que si me dieran a elegir una forma de morir, antes que maniatado y electrocutado, indefenso, preferiría hacerlo libre, mirando de frente y a los ojos a quien me va a matar, con una oportunidad, aunque sea minúscula, de defenderme hasta mi último aliento. Quizás sea el mayor honor que el ser humano en su deshumanización pueda ofrecer a un animal. Y esa verdad tan sencilla como matar o morir cala en los huesos. Agobia pensar que un animal hubiera intervenido para hacer de su muerte un negocio.
     En una sociedad que mira a otro lado para matar impunemente niños en el vientre de sus madres, puede resultar una insultante hipocresía escandalizarse por ver morir un animal al que, al menos, se le otorga la posibilidad de defender su vida.

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