lunes, 6 de mayo de 2019

TEATRO DE BUERO VALLEJO


CARACTERÍSTICAS DEL TEATRO DE BUERO VALLEJO

Introducción
Antonio Buero Vallejo fue un destacado dramaturgo español, nacido en Guadalajara en 1916. Muere en Madrid en el año 2000.
En sus primeras obras, el propósito de Buero Vallejo era desvelar la angustia y soledad en las que se debate la existencia humana, casi siempre en condiciones mediocres cuando no hostiles. Representativas de esta primera tendencia son la citada Historia de una escalera y Palabras en la arena, ambas de 1949.
En la etapa posterior, particularmente extensa, el autor tiende al mito, la leyenda y la fábula, en obras como En la ardiente oscuridad (1950), La tejedora de sueños (1952), Madrugada (1953), Hoy es fiesta (1956), Las cartas boca abajo (1957), La doble historia del doctor Valmy (1964), El tragaluz (1967), Llegada de los dioses (1971), La fundación (1974), Caimán (1981), Diálogo secreto (1984), Lázaro en el laberinto (1986) y Música cercana (1989).
Una poderosa tendencia que anima su teatro es incorporar, convenientemente retocadas, corrientes antiguas del teatro español que han sido despreciadas. Otro de los pilares de carrera dramática es la preocupación por la realidad española y el intento de favorecer una reflexión apasionada y serena, rigurosa pero abierta, que abra la conciencia civil al espejo de la historia.
CARACTERÍSTICAS DE LA OBRA DRAMÁTICA DE BUERO VALLEJO
El tema común que liga toda su producción es la tragedia del individuo, analizada desde un punto de vista social, ético y moral. Los principales problemas que angustian al hombre se apuntan ya en su primera obra, En la ardiente oscuridad, y continúan en obras posteriores.
La crítica ha clasificado su obra en teatro simbolista, teatro de crítica social y dramas históricos.
1. Teatro simbolista. En la ardiente oscuridad representa el crudo enfrentamiento con una realidad que no puede escamotearse ni disfrazarse. A través de la tara física de la ceguera, Buero simboliza las limitaciones humanas. Así, es símbolo de la imperfección, de la carencia de libertad para comprender el misterio de nuestro ser y de nuestro destino en el mundo. El hombre no es libre porque no puede conocer el misterio que le rodea. El tema del misterio predomina en otras obras, también de corte simbolista: La tejedora de sueños, recreación del mito de Ulises y Penélope; Irene, o el tesoro, análisis del desdoblamiento de la realidad.
2. El criticismo social. Estas obras analizan la sociedad española con todas sus injusticias, mentiras y violencias. Pertenecen a este grupo: Historia de una escalera, Las cartas boca abajo y El tragaluz.
Historia de una escalera, que obtiene en 1949 el premio Lope de Vega, es posiblemente una de las obras más importantes del teatro de esta época por su carácter trágico y por la denuncia de las condiciones sociales de vida. La obra causó gran impacto por su realismo y contenido social. En ella plantea la imposibilidad de algunos individuos de mejorar materialmente debido a la situación social y a la falta de voluntad.
El tragaluz. Esta obra es especialmente interesante, probablemente una de las mejores. Como casi todas las de Buero Vallejo, comienza de manera aparentemente anodina, contando la historia de una familia, pero luego se vuelca hacia un relato el cual, tanto por el fondo como por la forma (y siempre con la sutileza necesaria para esquivar a la censura), constituye un ataque en toda la línea de flotación al franquismo y a su obsesión por influir nuestra visión tanto de la historia pasada como futura. De trama aparentemente simple y lectura muy fácil, sin embargo, en cuanto uno empieza a escarbar encuentra cinco o seis niveles de mensajes, todos potentísimos, y que impactan sobremanera al lector. La única pega: todos esos mensajes, en la época en la cual fue escrita (postrimerías del franquismo), se entendían sin necesidad de decir nada. Hoy, para comprenderlos, muchas veces deben ser contextualizados por analistas literarios.
3. Dramas históricos. En estos dramas, Buero toma los «materiales del pasado histórico (...) como trampolín o espejo y como mina de significaciones cara al presente y como "modelos" en el sentido que la sociología da al vocablo» (Ruiz Ramón).
Pertenecen a este grupo Un soñador para un pueblo, Las Meninas, El concierto de San Ovidio y El sueño de la razón.
Un soñador para un pueblo relata el fracaso de un hombre empeñado en mejorar la vida de un pueblo. El protagonista, Esquilache, ha de enfrentarse a todo el sistema, pues la política que pretende imponer no cuenta con el apoyo popular. Pero en realidad, la oposición a su política no procede del mismo pueblo, sino de un tercer poder, que, oculto, mina las mejoras de vida. Al final, Esquilache se sacrifica: renuncia a su cargo y marcha al exilio.
El concierto de San Ovidio, Parábola en tres actos se estrena en 1962. A partir de un grabado que representa el espectáculo de la orquestina de ciegos del Hospicio de los Quince Veintes, realizado en septiembre de 1771, Buero reconstruye un drama en el que aflora lo grotesco, la injusticia y la falta de ética. Los temas son la explotación del hombre por el hombre y la lucha del hombre por su libertad.
El sueño de la razón. La obra se sitúa en el Madrid de 1823, durante la ola de terror desencadenada por Fernando VII en su lucha contra los liberales. El protagonista es: Francisco de Goya. A través de la sordera de este personaje —de nuevo una tara física, Buero simboliza la incapacidad de algunos para oír el sentido de la realidad.
CARACTERÍSTICAS DE LOS PERSONAJES DE SUS OBRAS
Las características principales de los personajes que aparecen en la mayoría de las obras de Antonio Buero Vallejo se pueden resumir en las siguientes:
  • Presentan algún defecto físico o psíquico.
  • No se resumen a simples esquemas o símbolos.
  • Son personajes complejos que van evolucionando a lo largo de la obra.
  • Son distinguidos por la crítica entre personajes activos y contemplativo:
  • Los activos no tienen escrúpulos y actúan movidos por el egoísmo o por sus bajos instintos, y, cuando llega el caso, son crueles y violentos sin dudarlo si con ello consiguen sus objetivos. No son personajes malos; la distinción maniquea entre buenos y malos no tiene cabida en el teatro de Buero.
  • Los contemplativos se sienten angustiados. El mundo en que viven es demasiado pequeño. Se mueven en un universo cerrado a la esperanza. A pesar de ser conscientes de sus limitaciones, sueñan un imposible, están irremediablemente abocados al fracaso. Nunca ven materializados sus deseos.
OTRO ENFOQUE DE LAS CARACTERÍSTICAS GENERALES DE SU TEATRO
Con frecuencia se clasifica toda la producción del autor en obras realistas, históricas y simbólicas. Aquí señalaremos cuatro grandes bloques de “ingredientes” que se dan simultáneamente, en diferentes proporciones, en cada una de sus obras desde aquellas dos primeras obras que presentó al Premio Lope de Vega en 1948 (Historia de una escalera y En la ardiente oscuridad).
1. UN TEATRO HUMANISTA. Sus obras son ante todo la defensa de la dignidad del hombre. Y se presenta de lo humano una imagen totalizadora (la dimensión social, política, la de misterio). En sus obras encontramos una reflexión sobre la situación del hombre en el mundo, en situaciones de opresión (El concierto de San Ovidio), intolerancia (Un soñador para un pueblo), falta de horizontes (Hª de una escalera), la soledad (El sueño de la razón), la mentira (El tragaluz)… Es un teatro poblado por los grandes temas humanos (libertad, esperanza, violencia-crueldad…), un teatro existencial, donde por encima de la peripecia concreta del personaje cobra importancia la dimensión metafísica del ser y sus actos.
Con frecuencia las obras, tan cercanas muchas veces al subgénero clásico de “tragedia”, se estructuran como la búsqueda de la verdad por parte de un personaje, en lucha contra las limitaciones propias o impuestas. La purificación final (“catarsis”) debe alcanzar también al espectador, testigo y actor mudo a quien la obra plantea unas interrogaciones fundamentales que afectan a su vida y que debe responder.
2. ESPAÑA. Todas las obras de Buero serían adscribibles strictu sensu al “realismo”. Unas retratan el presente, los personajes son contemporáneos o cercanos al espectador. (Hoy es fiesta, 1956, la España de posguerra). Otras reflejan momentos históricos pasados (La detonación, 1977, la España de Larra). En algunas ocasiones aparecen explícita o implícitamente varios momentos temporales (Historia de una escalera, con diferentes fragmentos de un lapso de 30 años; Lázaro en el laberinto, 1986, donde hechos pasados condicionan la actuación del personaje en el presente; El tragaluz, en que unos personajes del futuro presentan una historia contemporánea al espectador, en la que a su vez aparecen momentos del pasado de sus protagonistas). En ambos casos se verifica un proceso crítico a la realidad: nos encontramos a los desheredados, los oprimidos,…La guerra civil y sus secuelas es un tema recurrente, en unas ocasiones más en segundo plano (Historia de una escalera) y en otras de modo más central (El tragaluz)
3. NEOSIMBOLISMO. Sugerir o evocar temas, situaciones, etc. mediante el recurso a la alusión indirecta o simbólica es muy frecuente en el teatro de Buero. En ocasiones podría explicarse como una manera de hacer referencias políticas evitando a la censura: esa “Fundación” como cárcel o dictadura irrespirable. En otros momentos el simbolismo adquiere una dimensión más existencial o metafísica: esa “escalera” que representa el fracaso ante el paso del tiempo. O ambas: como esa terraza de Hoy es fiesta, donde los inquilinos están felices pero encerrados por la propietaria,… Y quizá en este sentido existencial hay que leer la frecuente presencia de personajes con taras físicas (ceguera, sordera,…) o psíquicas: la lucha del hombre con / contra sus límites, etc. Esta dimensión simbólica afecta también al propio texto espectacular, y hay que atender a los significados más allá de lo aparente: en la elección de tal o cual música, o en la disposición de los elementos en la escenografía: plano superior, inferior, etc.
4. TÉCNICA TEATRAL. Una de las innovaciones más notables de su lenguaje teatral, como ya se sugiere en el punto 2, es la utilización dramática del tiempo. La introducción en la escenografía o a través de acotaciones implícitas de varios momentos temporales que se relacionan influyéndose, crea a veces un juego de perspectivas que persigue que el distanciamiento ayude en la superación o comprensión del conflicto al personaje y al espectador. Muchas veces esto está relacionado con el tratamiento del espacio. La utilización de un “escenario múltiple” (La detonación, El tragaluz) permite tener varios escenarios a la vez que se van actualizando mediante la utilización de la luz y el sonido, y que en ocasiones nos permiten asistir a acciones simultáneas.
Interiorización del público en el drama” es como llamó Buero al recurso técnico popularizado como “efectos de inmersión”: una manera de hacer participar al espectador en el paisaje interior del personaje. Asistimos a la vida de Larra desde su mente atormentada de suicida en La detonación, 1977; oímos el obsesivo ruido del tren que ocupa el cerebro del padre de El tragaluz; vivimos la sordera de Goya en El sueño de la razón, 1970; quedamos completamente a oscuras como Valindín, cuando David el ciego apaga la vela en El concierto de San Ovidio; o, con el protagonista de La Fundación, acabamos llegando a la cordura tras varias fases de alucinación.


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